02 enero 2015

Teoría de las tres muertes.

Hace unos días estuve visitando Úbeda. El destino quiso por una vez reservarme una muy agradable sorpresa, al visitar el Palacio de Vela de los Cobos y conocer allí a su actual propietario, don Natalio Rivas Sabater. Primero nos hizo de guía por su Palacio, pero en seguida congeniamos y empezamos a hablar de libros, de heráldica y de genealogía. De Historia, en definitiva, con un privilegiado conocedor de todos estos asuntos.
De todo ello, lo que a don Natalio más le gusta es la genealogía. Me ha dado muy buenos consejos y recomendaciones para avanzar en mis estudios principiantes en esta materia. Archivos a consultar, métodos a utilizar, tablas para anotarlo todo ordenadamente.
Uno de los días, llegada la hora de las confidencias, don Natalio me expuso la "Teoría de las tres muertes", de la que es autor. Según esta teoría, las personas sufrimos tres tipos de muerte hasta llegar a la definitiva. 
La primera es la muerte física, abandonar este mundo y perder toda posibilidad de dejar una huella en él. Esta muerte es únicamente física, pero seguimos vivos en el recuerdo de las personas que nos conocieron y en las que conocieron a los que nos conocieron. Mientras haya alguien que nos tenga en su memoria, sólo habremos sufrido una muerte.
La segunda muerte se produce cuando abandona este mundo la última persona que conserva recuerdo de nuestra persona. Cuando nadie más habla de nosotros ni nos recuerda. El único vestigio que queda entonces permanece oculto en archivos y papeles viejos que nadie consulta, que permanecen cerrados para siempre y a veces también desaparecen en incendios, saqueos u otro tipo de desastres.
La tercera y definitiva muerte se produce cuando ocurre esa desaparición de los últimos testimonios de nuestro paso por la tierra. Cuando arde el archivo donde estaban consignados nuestros datos, se desvanece la última fotografía en la que aparecemos, se borra definitivamente nuestro recuerdo.
Hoy en día parece bastante improbable que pueda llegar a producirse esta última muerte o, al menos, que tardará mucho más que en épocas anteriores, ya que son mucho más numerosos los rastros personales y administrativos que se dejan. Twitter o Facebook se convierten en gigantescos archivos digitales donde muchas personas documentan sus actividades, aunque desgraciadamente en muchas ocasiones sólo las más intrascendentes y banales. Sin embargo, la inmensa mayoría de los seres humanos que han existido han sufrido su tercera muerte y hoy ya nadie los recuerda y es muy remota la posibilidad de llegar a tener noticia de ellos.
Cada vez que un investigador rescata del olvido de un archivo un dato de alguna persona, exhuma sus restos de la olvidada tumba, descubre un rastro, por leve que sea, la está rescatando de la segunda muerte. Cuando recordamos a los antepasados y les honramos, los estamos salvando de la segunda muerte e impidiendo su olvido y definitiva desaparición. He ahí la grandeza y la importancia de la investigación histórica.
Gracias, don Natalio por la amabilidad y hospitalidad que nos ha brindado estos días en Úbeda, por dejarnos asomarnos a sus archivos, biblioteca y almacenes de historia y sabiduría.